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Enseñando: Conociendo tu audiencia

El dicho va algo así, “no les importan cuanto sabes hasta que sepan cuando les importas.”

  

Antes de que enseñen una lección, es importante conocer tu audiencia. Con eso me refiero a tres cosas: conoce su cultura, conócelos personalmente y conoce sus necesidades. 

Conoce su cultura
¿Cuando fue la última vez que observaron la cultura de jóvenes, no como un adulto que está hacienda críticas, pero como un misionero que está buscando a entenderlos? Es muy importante entender la manera en que nuestros niños viven cada día. 

Chap Clark, un sociólogo, sugiere que los jóvenes de hoy viven en “el mundo de abajo.” Su cultura tiene sus propias reglas, lenguaje y costumbres. Los adultos son  permitidos a entrar y la mejor manera de poder aprender acerca de su subcultura y de tener interacción con ellos para participar en actividades de culturas corrientes tratando de tener influencia en ellos por Cristo.

Si no entendemos donde vienen nuestros niños cuando toman sus asientos en nuestros cuartos de jóvenes, estamos empezando con déficit. Conoce su cultura.

Conócelos personalmente
También necesitamos conocer a nuestros chicos personalmente. ¿Qué son los nombres de sus padres? ¿tienen hermanos?  ¿Qué les gusta hacer para diversion? ¿Qué son algunos de sus sueños o metas? ¿De qué se preocupan? ¿Puedes contestar esas preguntas acerca de los chicos en tu grupo?

Ocasionalmente, tengo la oportunidad de hacer algo divertido con un estudiante. Tal vez es ir a un partido de béisbol, o salir a comer o estar en su casa. Cuando puedo hacerlo, me obligo a tener tiempo en mi horario para hacerlo. Aprendo mucho acerca de ellos en estos tipos de lugares y es más que en los lugares donde usualmente nos vemos.

Si no entendemos la profundidad de nuestros chicos, vamos a batallar en ser ministros efectivos. Si conocemos personalmente a los chicos, eso le va a traer la vida a nuestras enseñanzas y va a crecer exponencialmente nuestra influencia como ministros.

Conoce sus necesidades
A veces un niño viene al grupo y no les importa lo que enseñamos. No es porque no aman a Jesús pero sino que no han comido ese día, o no han recibido un abrazo, no han visto a sus padres por tres noches, o porque tuvieron una pelea con su mejor amigo en la escuela.

Los estudiantes vienen a nuestra iglesia con cosas en sus mentes. Usualmente sus mentes no están blanqueadas, listas para absorber lo que decimos. En vez de eso, conoce lo que necesitan. Tal vez necesitan un amigo, comida o tal vez necesitan a un adulto que les diga que tienen valor. Tal vez necesitan un lugar para dormir, pero tenga cuidado y sea honesto con sus padres pero conoce sus necesidades.

Recuerden que no les va a importar cuánto conocen hasta que sepan cuanto les importa—acerca de lo que está pasando en sus vidas, acerca de ellos personalmente y acerca de lo que significa que ellos vivan una vida como un discípulo y como un joven.

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